Arquitectura regenerativa, una vía para una mejor planeación urbana en grandes urbes, como la Ciudad de México

Entre 21% y 25% de la población urbana de la región de América Latina y el Caribe vive en asentamientos informales, una problemática que se podría abordar desde la planeación con técnicas regenerativas

América Latina se enfrenta a las consecuencias negativas de la planeación urbana —o la ausencia de ella— que se llevó a cabo en sus ciudades en años pasados, las cuales se agudizan con el rápido crecimiento poblacional.

Se estima que entre 21% y 25% de la población urbana de la región de América Latina y el Caribe vive en asentamientos informales ubicados en terrenos públicos o privados, construidos sin permisos ni formalidad legal y sin cumplir normas de ordenamiento territorial, según el informe sobre Cambio Climático 2022, elaborado por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC).

Al respecto, la organización sin fines de lucro, Iniciativa Climática de México (ICM), determinó que los problemas asociados a la pobreza urbana —como el hacinamiento, el acceso limitado a vivienda o servicios de salud— transforman las ciudades de polos de oportunidades de progreso a fuentes de desigualdades.

Emiliano García, cofundador de la Agencia Social de Paisaje (ASPJ), reflexionó sobre la arquitectura regenerativa y cómo ésta puede ser una aliada para combatir dicho rezago social y el cambio climático en la región.

“Esta corriente de la arquitectura brinda la posibilidad de repensar los espacios comunes, hacer conciencia del contexto y comprender que los territorios son sistemas que poseen una dinámica particular que incluye lo geológico, hidrológico, biológico, así como lo comunitario y cultural”, mencionó durante un conversatorio organizado por ICM.

No es tarde para la Ciudad de México
Datos del IPCC arrojan que 26% de la población en América Latina y el Caribe (alrededor de 130 millones de personas) no tienen acceso a agua potable segura; la Ciudad de México no es ajena a esta problemática.

No obstante, García apuntó que no existe una carencia de líquido vital, sino que el conflicto radica en el manejo y poco entendimiento sobre el ciclo hidrológico, el abastecimiento, el uso y el origen del recurso.

“A diferencia de otras ciudades que se asentaron cercanas a un río, la Ciudad de México tiene 47 ríos a su alrededor, que hoy están conectados al drenaje. Si hablamos de un absurdo, podemos ver esta realidad y lo que estamos haciendo con el agua. No tenemos un tema de carencia, sino de manejo”, dijo el experto.

Frente a un escenario en el que el IPCC señala que la era del calentamiento global terminó para dar paso a la era de la ebullición global, García afirmó que sí es posible establecer procesos regenerativos, incluso en las peores condiciones.

“Hay un tipo de amnesia en la forma en la que gestionamos nuestros recursos, por lo que es necesario conectar con nuestra realidad. Técnicamente, existen las herramientas para establecer procesos regenerativos en contextos que parecen terminales, como el de la Ciudad de México”, agregó.

Una de las propuestas del arquitecto es que los tomadores de decisiones se involucren en inmersiones profundas y en diferentes niveles con los vínculos de la naturaleza, con el fin de generar reflexiones en cuanto al crecimiento de las ciudades.

Arquitectura regenerativa en México
Un ejemplo de aplicación de arquitectura regenerativa se encuentra en el uso de materiales renovables para la construcción de edificios, como la madera Cross Laminated Timber (CLT), que permite desarrollar torres de hasta 20 pisos.

“Con el uso de un insumo renovable de esta clase se genera suelo, se cosecha agua, se regeneran los mantos freáticos. Al sumar todos estos elementos, la ecuación se vuelve mucho más rica”, apuntó García.

En este sentido, dijo, México no ha aprovechado lo suficiente su potencial en cuanto al bosque maderable renovable para producir materiales, en comparación con la importancia que se le ha dado a la producción petrolera.

“Es fundamental comprender el ciclo completo de los procesos y las dinámicas, para conocer profundamente los elementos que constituyen los territorios antes de decidir cuáles materiales utilizar. Cambiar el material significa cambiar la dinámica alrededor de ese mismo”, compartió el arquitecto.

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